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Mar2017En el odio, las injusticias y las guerras, Dios… ni está ni se le espera
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Mar
Hay actitudes morales de la persona que son incompatibles con la búsqueda de Dios en cualquier circunstancia que se encuentre. El racismo, las actitudes xenófobas, sentimientos de prepotencia, genocidio, encono…, todo es incompatible con la idea más vulgar de lo que es Dios. Quien siembra odio en su corazón, abusa de los demás, es engreído hasta el punto de figurar como prepotente, quien usa el poder para avasallar a los otros, recorre un camino que nunca transita Dios. Aunque no se conozca nada sobre Dios, todo el mundo imagina que Dios es un Ser Supremo, que todo lo que existe depende de él y que nunca el hombre puede arrogarse ser igual a Dios. Por eso, quien quiere hacerse un dios para los demás y dueño de sus vidas y haciendas se hace ciego para ver a Dios. Y quien destruye personas y haciendas en la guerra, pisoteando la vida de quienes llevan años luchando para crear un hogar y formar una familia y tener un hogar que luego destruyen las guerras, plantea un desafío a la idea de Dios. Si se creen ellos los dioses, ¿cómo van a buscar a un Ser Supremo en sus vidas? Sería dar al traste con todo lo que ellos piensan y desean para sus vidas. Y quien pasa la vida jugando a estar por encima de los demás, no aceptará que haya alguien por encima de él, pues aun los alejados de toda religión positiva barruntan que existe un Ser Supremo.
Y, por cierto, no entiendo un Dios guerrero ni torturador de seres que él mismo ha creado. Por eso corro a preguntar a los sesudos en el Antiguo Testamento y a los rastreadores de lenguas semitas para que me explican estos textos de la Biblia: “Bendita seas, hija del Dios Altísimo, más que todas las mujeres de la tierra y bendito sea Dios, que te ha guiado… para cortar la cabeza del jefe de nuestros enemigos” (Jdt 13,18) o las palabras con que tengo que rezar alguna vez:
“Se alegrará el justo de haber visto la venganza, sus pies bañará en la sangre del impío” (Sal 58,11) o también: “Yahveh se complace… para ejecutar venganza en los pueblos… para atar con cadenas a sus reyes, con grillos de hierro a sus magnates” (Sal 149,7-8).