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“Dignitas infinita”…, pero ¿hay algo infinito en el mundo?
1 comentariosPues sí. La dignidad de la persona humana reconocida en la Declaración universal de los derechos humanos aceptada en la ONU es infinita. Así lo afirma el Decreto de la Doctrina de la Fe diciendo que “esta dignidad de todos los seres humanos puede, de hecho, entenderse como ‘infinita’ (dignitas infinita), como afirmó San Juan Pablo II en un encuentro con personas que sufrían ciertas limitaciones o discapacidades para mostrar cómo la dignidad de todos los seres humanos va más allá de todas las apariencias externas o características de la vida concreta de las personas.” (Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe del 8 abril de 2024).
Una gozada leer íntegramente el Decreto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Un manual de moral católica que se da de mano con lo mejor de una ética universal y laica. Es señalar los diez mandamientos para la nueva humanidad y hacerlo por boca de toda conciencia recta y no como una voz en el lejano Sinaí. Se alude a que son “pocos los que poseen mucho y muchos los que no poseen nada” (n. 36), a la colonización ideológica de la teoría del género (n. 56), a la violencia contra las mujeres (n. 44-46), a la eutanasia (n. 51-52) … y así hasta 13 casos tratados en el documento, donde no falta nada en áreas novedosas como la violencia digital (n. 61-62) o la trata de personas (n. 41-42).
Un texto así (¿un poco largo?) que remueve las conciencias y fija los grandes temas de debates y controversias en el mundo actual sugiriendo una puesta al día de las controversias más actuales y reforzándolas con la máxima autoridad de la Iglesia pues la mano del actual Papa es evidente en cada línea.
Y no vamos a negar que también haya cosas que se prestarían a un singular debate y confrontación o aclaración. Señalaremos sobre todo dos que, a nuestro juicio, merecerían mayor atención. Una de ellas es la despenalización en muchas regiones de la tierra de la homosexualidad, que sólo se roza en el texto. Habría que reclamar con mayor urgencia y perentoriedad la despenalización civil de personas homosexuales que se realiza en bastantes naciones de la tierra. Nos parece que existe ahí una legislación civil que ha sido implacable con los casos de homosexualidad causando mucho sufrimiento civil a personas que lo han padecido en todos los tiempos. Pensamos sobre todo en pueblos rurales donde se discriminaba a los (y las) homosexuales en largas épocas de la historia, como también en los comportamientos de muchos militares en el ejército contra los individuos homosexuales. Quienes tienen esta condición por nacimiento son víctimas de persecución durante toda su vida por parte de los poderes civiles y ven menospreciada su dignidad humana.
La otra situación a que queremos referirnos es la maternidad subrogada o vientres de alquiler. Una condena absoluta y sin matices podría dejar de lado posibles conductas beneméritas y de ayuda similar a las conductas de donación de órganos duplicados en casos de necesidad. Y no parece equilibrado atribuirlo siempre a razones económicas o intereses espurios.
A Dios se le puede buscar en el respeto a la dignidad de la persona, pues todo lo humano tiene una mirada complaciente de Dios creador y salir por los fueros de las personas postergadas es dar un grito a favor y reclamo de lo divino. Quien respeta al prójimo visible está a favor del Dios invisible y hasta desconocido que lo ha creado y sostenido y quien da de comer al hambriento ya está auxiliando a Dios sin nombrarlo. Respetar los derechos humanos es respetar al autor de la humanidad aunque no se le conozca. Defender los derechos de todo ser humano es proclamar la existencia del autor único de la vida y la muerte.