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ESA NO ES MI GUERRA
3 comentariosLeí hace unos días una noticia que me impactó. Todos los días tenemos que tragarnos largas disquisiciones sobre las armas modernas, sobre los elementos de destrucción que se superponen, sobre largos territorios ocupados y sobre la multitud de mandos de los beligerantes. Pero a veces la tragedia es mucho más honda y personal. En los territorios de Gaza, al sur de la Franja, una bomba del ejército israelí había caído en una pequeña ciudad donde la gente se hacina en hospitales y en poco espacio. La bomba mató a los principales ocupantes de un coche en que iban el padre y la madre de una familia. Murieron en al acto, pero quedó viva y herida la hija en el asiento posterior del coche. Sobreponiéndose a la situación, la hija pudo hacerse con un móvil y empezó a llamar en auxilio. Pasó un largo rato pidiendo auxilio y diciendo dónde estaba. Inútil. Cuando tiempo después llegaron en auxilio ya la encontraron muerta. Así la tragedia afectó a toda una familia víctima inocente de la guerra.
Pensando si fueran familiares míos, un gesto de odio y maldición me sobrecogería. Eso es la guerra. No necesito más explicaciones. ¿Para qué tanto armamento científico? Esa niña se fue al otro mundo odiando y maldiciendo éste, donde no le permitían vivir ni a ella ni a sus padres ni una mínima atención. Toda una rama de seres humanos barrida sin remedio.
Cuando describimos los horrores de la guerra sólo nos fijamos en los soldados que perecen o en las armas destruidas, pero olvidamos las tragedias de los individuos que son aniquilados, en seres humanos sin futuro. Hay que atender a los pueblos devastados o a las familias desaparecidas ¿Quién piensa en que mi familia, mi linaje, mi pueblo son aniquilados y así toda conexión con la existencia real? No solo desaparezco yo, sino también todo arraigo y humanidad donde poder vivir.
Un estremecimiento se apodera de mí cuando pienso que no sólo voy a morir yo sino la semilla de vida en un entorno humano; es como desaparecer parte de mi existencia solidaria en el mundo; me estremecen los gritos aterradores de quien pide auxilio a la humanidad ante unos padres muertos y petición desgarradora de auxilio.
La llamada de auxilio de la niña para mí es una evocación de lo que es la búsqueda de Dios. En el momento más duro de la vida y ante la falta total de recursos e impotencia de buscar una salida, solo Dios puede acudir en nuestro auxilio. Pero eso solo sucede cuando se ha renunciado a toda guerra entre seres humanos y… ese no es ese el momento presente. Para mí acabar con las guerras del mundo es acudir a la petición de auxilio de una niña que ha perdido sus padres y busca desenfrenadamente una ayuda.
A comienzos del presente siglo el Papa decía que esperaba que este siglo fuera el primero sin guerras. Pues se equivocó el Papa. Las personas llevamos siglos y siglos creyendo que las guerras son la solución de los conflictos.