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Gracias por la noticia leída. Devuelve la fe en la humanidad
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Hace días leí una noticia que me impresionó y me sigue haciendo mella. Una religiosa, Ann Nu Thawng, de la congregación de S. Francisco Javier, en Myanmar, había conseguido de un pelotón de policías bien armados que dejasen de tirotear a unos manifestantes indefensos y evitar casi seguro muchas muertes como ya había sucedido otras veces. La religiosa indefensa se arrodilló ante la policía y suplicó no pasar a repeler y castigar los manifestantes entre los que había niños, lo que podía haber sido una tragedia incalculable. La religiosa de 45 años no tenía otra defensa que su humilde hábito y su postura arrodillada rogando. Una acción increíble de valentía y de confianza en la fuerza del testimonio y el coraje ante lo que parece irremediable. Como dijo el cardenal Charles Bo que divulgó la noticia: “unos cien manifestantes pudieron escapar de la policía gracias a las súplicas de la monja”.
Es conocido el clima de protestas y manifestaciones de la población del antiguo reino de Birmania ante un golpe de estado de los militares al régimen democrático de la presidenta Aung San Suu Kyi con el subterfugio de haber llegado al poder por fraude electoral.
La escena fue difundida por unas fotografías de la religiosa arrodillada y, sobre todo, por el respaldo del cardenal Charles Bo y del director del diario católico Gloria News Journal que ampliaba la noticia de la acción heroica de la religiosa, partícipe de la situación de intranquilidad que se vive en aquella nación, pues, según datos de la ONU, alguna jornada de protesta ante los golpistas se ha cerrado con muchos muertos y numerosos heridos. La religiosa ha reconocido después: “No tenía miedo. Les supliqué que no dispararan, que en lugar de ello me mataran a mí. Levanté las manos en señal de perdón”. Ese mismo día allí fueron abatidos tres manifestantes en las calles de la ciudad de Mytkyna. La religiosa Twang dirige una clínica en la ciudad donde unas horas antes “escuché fuertes disparos y vi que la cabeza de un niño había explotado y había un río de sangre en la calle y nuestra misma clínica se convirtió en un mar de sangre”, dijo. Su actitud después fue aplaudida en las redes sociales del país, mayoritariamente budista.
Hoy la hermana Ann es un modelo para líderes religiosos y hombres y mujeres de paz en muchos otros lugares de la tierra donde la represión y la arbitrariedad social se vuelven insoportables para el ciudadano ordinario y solo deseoso de vivir en paz y poder trabajar con tranquilidad.
Cuando leemos hechos similares en los primeros tiempos del cristianismo siempre nos queda la duda de si están un poco abultados los acontecimientos de santas y personas nobles sencillas que intentaron levantarse contra la tiranía y el despotismo de los poderosos. Y sospechamos que quizá haya algo de exageración en esos relatos o de idealización retórica de los hechos pues no hay pruebas fehacientes e históricas. Y eso engendra un cierto escepticismo ante esas noticias. Pues en este caso sí hay pruebas de una acción en que la voluntad pacífica de una persona singular sin relieve social cambia el orden de las cosas cuando la impulsa la voluntad firme de defender al inocente. Es el triunfo de la voluntad pacífica frente a todo el poder represor con que cuenta un estado moderno máxime si es si es militar.
Pues efectivamente doy gracias a Dios por ser testigo ‘digital’ del triunfo de la voluntad virtuosa y de paz y bienestar para los demás sobre el poder armamentístico de un estado moderno y la represión organizada por mentes dictatoriales y opresoras del débil.