Sep
Habló Blas, punto redondo
2 comentariosHay quienes han usurpado la última palabra en todo. Y, en verdad, no tienen ningún título académico para ello.
Asombra, en efecto, oír que el tema de Dios es de otros tiempos. O que hay cosas más importantes en la vida. O que vivimos en una sociedad postreligiosa; vamos, laicismo puro y duro. O decir que el tema religioso es incognoscible o de poco cuidado para el común de las gentes. Así hay muchos sedicentes agnósticos.
Pero no se trata de estar al día o de dar con un tema de novedad que aumente el número de seguidores en la red. Es otra cosa. Es bucear en la condición de lo humano y buscar lo genuino, lo auténtico, lo humano de la condición del vivir; lo que nos caracteriza y singulariza frente a todos. Es buscar la razón del ser y existir y rastrear si no hay alguien que nos lo haya anunciado. Eso es justamente buscar a Dios, que es buscar lo más genuino de la vida: la razón de ser de nuestra temporalidad, el porqué hemos venido a la existencia, la opción más libre que tomamos y nos diferencia de los demás.
La meta es la misma para todos, pero el viaje pasa por una infinitud de situaciones. Y todos tenemos una guía en situaciones totalmente distintas: es la razón humana y moral discurriendo sobre el tiempo, el comportamiento social, el quehacer ético en este mundo y el término de toda vida que es la muerte. Buscar a Dios y la solución que tengamos después de buscarle es algo personal e intransferible. Sí, es cosa de todos, pero mía sobre todo y ante todo. Es nuestra primera distinción y la más profunda de los demás y nadie nos la puede arrebatar. Va en ello nuestra singular grandeza y diferencia de los demás.
No cabe, pues, desentenderse de este tema ni arrinconarlo para otra ocasión. Todos tenemos que pasar por el aro de conocer de dónde venimos y a donde vamos, de saber en quién estamos fundamentados. Tenemos que enterarnos y para ello no hay más que buscar. Así es como nos toparemos una u otra vez con el rostro escondido de Dios, que nos está esperando desde que nos creó. Y misteriosamente ama que le busquemos en lo cotidiano de nuestra existencia.