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No saber por dónde van los tiros. ¿Suicidio de jóvenes?
1 comentariosUn informe reciente del Instituto Nacional de Estadística (INE) afirma que el suicidio es la primera causa de muerte de los adolescentes entre 12 y 29 años. Deja perplejos la realidad, pero sobre todo lo que intranquiliza son las edades de los que así acaban su vida. Resulta que en España se han quitado la vida voluntariamente en 2022, 4.097 personas, es decir, 11 por día. Es la primera causa de fallecimientos de jóvenes y supone un aumento del 2’3% respecto al año anterior, incluso por encima de los accidentes debidos al tráfico. El asombro se extrema si tenemos en cuenta que las generaciones actuales cuentan con unos medios de vida superiores a los que las precedieron.
Se trata en verdad de una pérdida de la razón personalísima de existir, pues lo que ha aumentado sobre todo es la motivación profunda para existir: la fe y esperanza como motores básicos de la vida. Se tienen muchas cosas y legítimamente se puede aspirar a muchas más, pero la razón profunda de la vida se ha desvanecido o se ha trastornado, lo que, a la larga, es la única arma para enfrentarse a la vida o a cualquier vicisitud de la existencia. Las armas de la fe y la responsabilidad personal son las únicas que nos protegen en las circunstancias cambiantes de la vida y refuerzan el espíritu para salir airosos en cualesquiera combates de la vida a los que todos estamos sujetos, jóvenes y mayores.
Por ello no está fuera de lugar invitar a los jóvenes de cualquier sexo a no cerrarse a la búsqueda de Dios a su persona. Ciertamente Dios busca a los jóvenes, pues su búsqueda no está limitada ni a las persona maduras ni a una determinada confesión de fe. Dios está detrás de todas las vicisitudes de mayores y jóvenes, de todos los conflictos vividos en edad madura y de adolescencia, de todas las crisis de cualquier edad o motivo como falta de vivencia con los demás, pero sobre todo a la convivencia con otras personas de cualquier condición, sexo o profesionalidad. Cualquiera puede aportarnos solución a los problemas, de cualquier género, edad o profesión. Todo antes que imaginar que nuestro caso es irrepetible o desesperado. Siempre hay alguien que recuerda que el rostro de Dios nos comprende y ayuda. Para Dios todos son imprescindibles y convenientes para sus designios.
Creo que la administración civil ha creado un teléfono para que personas especializadas y de ánimo auxilien y acompañen a estas víctimas de crisis vital. Un ejemplo del buen hacer de los podres políticos. Y se me ocurre: ¿no hay también aquí un campo abierto para le dedicación de algún instituto religioso o sociedades de vida apostólica? Auxiliar personas en trance de quitarse la vida es una obra caritativa de primer rango. Y actual por lo que se aprecia. También en las crisis profundas de la vida anda Dios buscándonos.