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Blog Buscando a Dios

Antonio Osuna Fernández-Largo O.P.

de Antonio Osuna Fernández-Largo O.P.
Sobre el autor

18
Ene
2024

Se proponen poner en cuarentena la loable bendición de personas

11 comentarios

Desde hace breve tiempo veo en todos los periódicos y revistas religiosas hablar y poner bajo cuestión el tema de las bendiciones sacerdotales a todo tipo de personas, incluso a quienes llevan una vida irregular o no conforme con la sana moral. Todo ello viene a propósito de una declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que lleva el título de Fiducia supplicans, sobre la bendición impartida a personas en situación irregular desde el punto de vista de legislación eclesiástica. Se cruzan reproches entre eclesiásticos y se hace bandera de partidarios y detractores, que secundan grupitos jaleados sobre todo en publicaciones no muy afectas a lo religioso. Pero sobre todo ha dado origen a que algunas autoridades eclesiásticas, como la Conferencia Episcopal de Angola y Santo Tomé en África Central y los obispos de Burundi tachen esa declaración de contraria a los valores culturales de sus naciones de modo que ningún sacerdote “pueda bendecir a los pecadores públicos que no hacen ningún gesto de arrepentimiento para renunciar a sus pecados”. Una actitud compartida en Camerún, República Democrática del Congo, Gabón. Ghana, Mozambique y Nigeria. En nuestra patria se han dado casos de plataformas de sacerdotes que apoyan esa postura, a los que ya han respondido adecuadamente el cardenal arzobispo de Madrid y el arzobispo de Toledo, además del secretario general de la Conferencia Episcopal Española.

Me sorprende -y personalmente me disgusta- que se ponga públicamente en entredicho por obispos y sacerdotes una acción tan religiosa y conforme con la tradición católica como la de dar la bendición a personas en cualquier situación en que se encuentren desde el punto de vista oficial. La bendición es una fórmula religiosa por la que pedimos a Dios el don de la paz y la salvación para cualquier persona y lo hacemos como un deseo propio del sacerdocio cristiano de la Iglesia, implorando a Dios estos dones que siempre vienen de él, que es lo mejor que podemos desearnos unos a otros y que solo Dios puede concedernos. Es una obra de caridad espiritual para el prójimo y de fe en que todo don de Dios es un bien para los seres humanos y para el resto de las criaturas o cosas usadas por ellos. Así se justifica la bendición de animales practicada estos días comienzo del año y la bendición de cosas de las que los seres humanos nos servimos, para que sean provechosas para todos y nos ayuden a llevar una vida en conformidad con los designios de Dios. Se implora a Dios dones que solo él puede otorgar a pecadores y no pecadores.

Y eso es todo. La historia de la Iglesia y la condición religiosa de todos los seres ha practicado siempre la petición de bendiciones para los humanos. Y ahora resulta que se cuestiona esta práctica en casos de personas con una situación irregular desde el punto de vista eclesiástico: uniones homosexuales, matrimonios de personas divorciadas y, en general, personas en situación irregular moralmente. A esos… ¡ni la bendición!  Como si todas las personas a las que se bendice en cualquier acto religioso estuvieran libres de pecado. La bendición no santifica sino implora de Dios lo que solo él puede conceder y otorgar: su gracia y su perdón. La bendición es implorar dones que solo están en manos de Dios, pero nunca es una canonización de las personas ni desconocimiento de la condición pecadora de los humanos. Está en cuestión la índole religiosa de los dones de Dios, cualquiera que sea la condición de los sujetos. Así ha sido siempre.

Y me duele especialmente porque pertenezco, aunque indignamente, a una institución religiosa fundada precisamente para “Benedicere” a todos los hombres.

La búsqueda de Dios es una búsqueda de los dones divinos en las diversas vicisitudes por las que pasa el ser humano siempre necesitado de gracia para toda la vida. Esa búsqueda se ratifica con la bendición sacerdotal.

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Chiquet
19 de enero de 2024 a las 22:23

He leído últimamente sobre la divergencia entre las iglesias ortodoxa y católica. Quizá pudieran haberse dado pasos concretos para mayor aproximación, para realizar la comunión desde la creencia en fundamentos comunes. Parece ser, por otro lado, que hay responsables ortodoxos que ven imposible una aproximación si prosperan, en nuestra Iglesia, las bendiciones del pecado. No nos rasguemos las vestiduras, busquemos la verdad. Sigamos. Cierto que lo raro es bendecir a un no pecador. Pero se podría bendecir a todos de uno en uno, en asamblea, como se hace, sin tener que entrar en el buenismo de nuevas bendiciones para uniones canónicamente irregulares o a peticiones que busquen una justificación moral. El tema es delicado, en modo alguno se debe de dejar de progresar en la mejor atención pastoral, en el AMOR a los hermanos en situación difícil y dolorosa. Pido respeto a los obispos y presbíteros que defienden esta postura como la acertada. Yo, que no pinto nada, tengo un pensar flexible para dejar a los fieles sus decisiones y su responsabilidad. No me asusto por ver largas colas (a veces) de comulgantes por ejemplo, pero tampoco me veo lúcido; cada uno llevamos nuestra vida y responsabilidad y Dios nos ama. Bendecir a cada uno de nosotros, pecadores y que todos nos sintamos queridos en la Iglesia, !claro!; pero … ?bendecir el pecado?
Y, me pueden decir: no se trata de esto
?No? En ese caso: !podría haber más claridad!, parece necesaria.

Carol
21 de enero de 2024 a las 18:34

Pero usted habla de la bendición a las personas, con eso, nadie tiene problemas. Lo que usted no dice, es que la Declaración Fiducia Supplicans se refiere a parejas y eso ya marca una gran diferencia, porque una pareja implica un vínculo que las une, que las hace pareja y en ese caso, el vínculo de la pareja homosexual es lo que es un pecado porque va en contra de la voluntad de Dios y de su creación. Esto no es algo difícil de entender, pero algunos pretenden seguir con los engaños del Tucho acomodando lo que no se puede acomodar. Debe usted elegir si está siendo fiel a la voluntad de Dios o está siendo fiel a la voluntad del cardenal Fernández y a Francisco, porque con este documento, se han posicionado en esquinas contrarias.

Antonio Osuna Fernández-Largo
23 de enero de 2024 a las 17:08

Gracias, Carol, por tu comentario y observaciones, aunque no tenga el gusto de conocerte; el interés del tema de las bendiciones sacerdotales lo justifica. Le legitimidad de éstas es importante. Las bendiciones sacerdotales se justifican no por el número de los afectados sino por lo que son: pedir que la gracia de Dios y su bondad se derramen sobre la persona. Esto no tiene nada que ver con el matrimonio y afecta a todos. Cuando el sacerdote, al final de la misa o el Papa dan su bendición es una impetración de gracia para todos los sujetos cualquiera que sea su condición. La bendición de Dios es deseable para todos. Esto no es un sacramento, para el que se necesita estar en gracia. Lo dice S. Pablo: "Bendecid a los que or persiguen, bendecid, sí, no maldigáis" (Rom 12,14)

Martín Fernandez Ferro
29 de enero de 2024 a las 07:42

Gracias Padre por sus palabras tan claras y esclarecedoras para los cristianos de a pie que confiamos en nuestro pastores .
Apoyo cada palabra y el sentimiento con el que se Bendice al que necesita esa gracia De Dios y con ello al Santo Padre por su valor para con los excluidos. Gracias

Marco Arévalo
29 de enero de 2024 a las 18:22

ud. dice "irregulares desde el punto de vista eclesiástico" ¿es que el adulterio y los actos homosexuales no están prohibidos en la Palabra? ¿es que eso lo inventó la Iglesia? ¿ella inventa la ley moral natural?

Marco Arévalo
29 de enero de 2024 a las 18:29

dice que se bendice animales.....pero el pecador es libre.....el animal no.....¿acaso no hay diferencia? ¿Por qué se empeñan en negar que no se puede bendecir el pecado manifiesto? sería más fácil decir que ya no hay pecados....así ya no hace falta la Gracias....se acaba la Eucaristía y ya....sobran los sacramentos....argumentan que es por razones pastorales.....es la trampa dialéctica....lo pastoral destruye la doctrina....

Martín Fernandez Ferro
1 de febrero de 2024 a las 07:38

Estimado Padre , gracias una vez más por arrojar luz en la oscuridad de todos católicos , ante una intención del Santo Padre por hacer que todo, todos , y todos los seres humanos sean considerados hijos De Dios y por lo tanto dignos de recibir la Bendición de manos de un sacerdote.
La Bendición tan necesaria especialmente para los escluidos, o mejor dicho los favoritos de Nuestro Señor , que no dudó un segundo en acercarse a prostitutas , pecadores y endemoniados, …..ahora igual que entonces están excluidos porque muchas personas consideran que viven de “ forma irregular “. Yo los siento mis hermanos , me duele en el alma pensar que no pueden ser bendecidos , que no pueden ser abrazados por la iglesia , y no con imposiciones , solo por amor . Creo que muchas personas seguro , con mucho respeto, no conocen el amor De Dios y su Misericordia , quien soy yo , para negar lo que el Padre da y aun hermano que no necesita . Miremos y examinemos nuestro corazón . Y qué decir de África donde por razones “ culturales los homosexuales están condenados a muerte “ , pues con mayor razón , seguro que Jesús les invitaría a su mesa , a la que les niegan los obispos ….. que Dios Padre perdone nuestra estrechez y poco amor hacia el otro .
Gracias Padre António .

Chiquet
2 de febrero de 2024 a las 20:46

Vuelvo a intervenir creo que por última vez y con permiso del padre Antonio.
Creo que el amor debe presidir las disensiones que es normal que se den, y en la Iglesia. No es tan frecuente que hayan contradicciones en (recientes) textos importantes para los fieles; que, al menos concédase, admiten interpretación diversa; véanse la realidad que supone todas las reacciones no sólo algunas. Ha ocurrido: de un mismo documento se sacan conclusiones diferentes. Yo tengo mi opinión, coincidente con la de muchos obispos, sacerdotes y fieles pero no con la de otros. Por ello: primero unión bajo Francisco, bajo Xto., segundo rezar, tercero un tiempo y E.S.
Cuarto mejorar las cosas. El tratamiento de mis hermanos a los que se califica en situaciones de irregularidad, como las puede tener cualquiera de nosotros, es solamente de amor. Y no me van a dejar a mi sin la llamada a convertirme ni a nadie. ?No hizo Cristo las dos cosas? Amor y misericordia. A los que pasemos por situaciones difíciles (si se prefiere). Al joven rico, a los apóstoles, a las prostitutas, a los soldados, a los fariseos,!a todos!
La solución pastoral es difícil (se ha comentando) pero pienso que ahí está la clave. Hay que acoger a unos que se sienten rechazados y hay que acoger a aquellos que no saben acoger (tienen sus historias, también sus irregularidades, pueden necesitar ayuda también). No es preciso meterse en problemas que nos dividan. No se trata de buenos y malos, se trata de santidad. “Seréis santos porque Yo soy Santo”. Pueden ser precisas actuaciones pastorales intensas, especiales, con presencia del obispo … etc. Habrá que asentar la acogida para que quede clara, se debe dar.
Respecto las bendiciones yo más bien disminuiría el bendicional; y dejaría hacer a los que deben bendecir, formándolos para que no bendigan al pecado sino al pecador, de uno en uno, como en la confesión. El rasgo fundamentalista se puede dar en unos, en otros y en todos. Unidad por favor.

Arthur
8 de febrero de 2024 a las 00:50

Hablaba un comentario previo de la necesidad de dar amor a las personas en dichas situaciones. Casualmente he visto vídeos de dos personas homosexuales católicas (Gerson Gonzáles y Philippe Ariño) que no se sienten amadas por la Iglesia a través de ese gesto controvertido, antes bien lo ven en contra del amor que Cristo les da.

Fernando
9 de febrero de 2024 a las 21:08

Lamentablemente todo se quiere relativizar, sobre todo la doctrina dejada por nuestro Señor Jesucristo, quien hablo claro cuando enseño que el pecado es pecado y no se puso a debatir si se podía bajar la medida de la vara, para poder ganar adeptos.
Es verdad que muchos somos pecadores, pero no vamos por las calles exhibiendo nuestros pecados como trofeos; cada uno sabe la gravedad de sus culpas. Lo que si debemos hacer es orar por la conversión de todos nosotros, y sobre todo por aquellas personas que estas atrapadas en toda clase de vicios y que muchas veces no encuentran la salida a sus dificultades.

Juan
14 de febrero de 2024 a las 10:48

Muchas gracias por su valentía. Plenamente de acuerdo con lo que dice.

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