May
Tanto si Dios existe como si no, se le echa mucho de menos
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No he encontrado nunca una persona que esté satisfecha del modo como son gestionadas las cosas púbicas, del modo como gobiernan los que tienen el poder o del modo como se llega a acordar y solucionar los conflictos sociales. Da la impresión de ser imposible llegar a un acuerdo aceptable por las partes interesadas y que suscite la concordia de todos los ciudadanos. En todas partes se suspira por alguien que arregle esto, que imponga sensatez y cordura allí donde reina la confusión y el desmadre. No hay manera de ponerles de acuerdo. Y que sea por consiguiente alguien que está por encima de todos y sea autoridad indiscutida frente a la incongruencia de los humanos. Alguien que sea… Dios.
Tenemos el ansia de acabar las injusticias flagrantes que hay en todo el mundo, de dar razón a quien la tiene y de no embadurnar las cosas hasta el punto de hacerlas irremediables, de que quien tiene la razón sea el único triunfante en las luchas de las vida. No hay alguien que ponga de acuerdo a los que legítimamente piensan lo contrario. Y esto solo lo remediaria… Dios
Quisiéramos que todo el que tiene un sufrimiento de cuerpo o espíritu fuera consolado y ayudado en su situación, de que existan medicinas que remedien toda enfermedad, de que todos los enfermos tengan remedio en sus manos y que todos los desconsolados tengan el alivio pronto y sincero. Pero esto solo lo puede hacer… Dios
Por ello creyentes o ateos, agnósticos o meapilas reclaman a Dios que venga a arreglar este tinglado en el que estamos metidos y que nadie acierta a solucionar. Y somos nosotros los que lo hemos planteado y no podemos echar la culpa al Creador. Siempre se desea que otro arregle este desbarajuste, pero que lo arregle a nuestro modo ver, según nuestras convicciones personales y… a nuestro personal gusto. Eso … de no ser Dios no hay quien lo haga.