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Blog Buscando a Dios

Antonio Osuna Fernández-Largo O.P.

de Antonio Osuna Fernández-Largo O.P.
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12
Dic
2017
Mi felicitación de Navidad a todos, creyentes y no creyentes
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     Deseo felicitar la Navidad a familiares y amigos de los que tengo memoria y a todos los que haya conocido alguna vez pero mi debilitada memoria ya no retiene sus nombres. A todos les deseo  compartir un rato de silencio y meditación cerca de la cuna del Niño Dios para pedirle perdón porque la paz que él vino a traer al mundo la hemos hecho saltar en pedazos y su amor lo hemos tergiversado en odios, crueldades, rencores, enconos, xenofobias sin cuento. Dan ganas de llorar en presencia de este niño Dios, que supongo lloraría como todo niño al nacer, pero que hoy, después de tanto tiempo y cuando ya no existe el niño, lo sigue haciendo para pedir alimento, atención y cercanía.

     Pero advierto que a los que no creen en Dios ni en la religión no les conmueve lo más mínimo el recuerdo del Niño Dios nacido entre pañales, en un pesebre inhóspito, con la adoración de ingenuos pastores o la pleitesía acaramelada de unos magos. A estos no creyentes no sé cómo felicitarles las navidades. ¿Aceptarán, al menos, que les diga Felicidades porque hay esperanza de un mundo mejor, porque ha caído del cielo una brizna de amor, porque hace siglos alguien plantó una pequeña semilla de humanidad que hoy fructifica en atención a millones de emigrantes y el cuidado de niños hambrientos? Y también por sentir indignación ante toda esclavitud y vejación. Y, si es preciso, dar un puñetazo en la mesa ante toda desigualdad vigente. ¡Pues si eso mismo es lo que celebramos todos los creyentes! Y es lo que nos une a creyentes y no creyentes.

Para todos, pues, Felices Navidades.

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4
Dic
2017
Pues, sí. Sólo soy un cristiano corriente y moliente
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Veo con frecuencia llamadas a formar cristianos de élite, a buscar seres que sean los primeros en cualquier actividad pública, comprometidos hasta el cuello para ser  vedettes de la tele o cabezas de serie de programas de gran audiencia o ganadores de cualquier competición pública; en una palabra, exhortaciones a acrecentar el elenco de primeras figuras de la sociedad religiosa, selección de famosos que luego hacen declaraciones sobre todo lo habido y por haber.

Pues, no. Yo no quiero ser de esos nombres de élite o de la crema de la sociedad o líderes de la vida. Me contento con ser uno del montón de la tropa de los creyentes. De los de vida ordinaria, de los que pasan su vida intentando vivir el día a día, de los que a trancas y barrancas cumplen con sus deberes dictados por  la recta razón, dejando muchas veces pelos en la gatera. Tengo bastante tarea con vivir el día a día, ganarme el pan de cada día con dignidad, atender a las mil necesidades de tantos indigentes, pagar la factura mensual de la luz  y…  disfrutar  algunos días de vacaciones al año que me permiten mis ahorros obtenidos con sudores.

¿Por qué no merezco un poco de solicitud de aquellos que miran el bien de los demás? Porque yo no voy a formar parte de los seres ejemplares, de los que tienen calles en la ciudad o de los que se recuerda en el aniversario o de los que tienen la casa plagada de placas conmemorativas. Sólo tengo el poder de votar las autoridades cuando hay elecciones y, por cierto, lo cumplo, aunque ¡maldito el uso que hacen de mi voto!

Jesucristo no dedicó su vida a formar grupos de selectos y los que él curó no eran dechados de virtud ni ídolos de masas ni de la élite israelita. Así es que conmigo no va eso de buscar líderes religiosos o formar grupos de élite del espíritu o desfile de ejemplares a imitar. Lo dicho, soy del montón, de los que van a pié por la senda de la vida… Pero, por favor, diríjanse alguna vez a nosotros; no nos olviden cuando discurren sobre la perfección en la búsqueda de Dios. O cuando se hacen planes de pastoral para élites espirituales. ¿O es que a los millones de seres tibios se les niega el reino de Dios?

También los cristianos anónimos, los del montón y con solo el DNI del bautismo, son seres queridos por Dios. También se busca a Dios llevando una vida ordinaria. En la pastoral apenas se les reconoce, pues abunda la pastoral para elegidos, para vocaciones de vida religiosa, para líderes laicos, para héroes de la televisión. Pues hay muchos que no son así. Seguiremos apuntados a la pastoral del común.

 

 

 

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17
Oct
2017
El sufrimiento de los inocentes: abrupto escollo para buscar a Dios
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     Hay una gran causa de la increencia y es el sufrimiento de los inocentes: ¿Cómo se explica que un Dios que es Amor no libere a tantos inocentes del sufrimiento injusto que padecen? Son situaciones muy delicadas y que todos hemos conocido. Se trata de dolores físicos causados a personas inocentes, como niños, o víctimas inocentes de guerras, hambre, enfermedades incurables o víctimas de atropellos que dejan tarados para toda la vida, que dejan limitaciones físicas, impedimentos o dependencia. Si hablamos de un Dios Omnipotente, ¿cómo aceptar que no remedie ese sufrimiento del inocente y castigue a su verdadero autor? ¿Cómo aceptar un Dios justo y misericordioso en estos casos?

A mí esto me deja mudo. No sé responder a quien me comparte sus vacilaciones. Reconozco que la Teodicea que estudié me deja desamparado ante la pregunta de por qué tolera Dios una injusticia tan flagrante y no encuentro ninguna explicación convincente a la presencia del mal en el mundo, sobre todo si se habla de un Dios Todopoderoso y que tiene en sus manos todo lo que sucede en el mundo. Si hay alguna explicación, yo no la conozco y no tengo otra postura ante estas situaciones que el silencio. Y si para mí es un enigma, no me imagino lo que será para quien titubea en su fe o para quien por fas o nefas no conoce a Dios. Un teólogo célebre tachaba de “sadismo teológico” el intento de vincular a Dios con el sufrimiento humano. Y en otro  leo: ‘el cristiano renunciará a explicar definitivamente el dolor y a mostrar que tiene sentido y es lógico’. Los teólogos que escribieron del horror de los campos de concentración nazis guardaron silencio sobre una explicación de teodicea que intentara armonizar la existencia de Dios con el mal. Jamás se podrá entender el dolor humano y pienso que la única salida es soportarlo desde la fe cristiana. Lo demás es charlatanería y curandería engañosa que ya denunció Job: “¿Me queréis consolar con vaciedades?  Vuestras respuestas son puro engaño para mí” (Job 21,34).

¿Por qué son atormentados niños inocentes? ¿Por qué sufren incapacidad las personas que sólo desean ayudar a los demás? El dolor no busca ser entendido sino descartado y es siempre un obstáculo grave al acercarse a Dios, el gran obstáculo de quienes buscan al Dios del Amor. Dios estaría por debajo del nivel ético de cualquier padre con un hijo enfermo  o de cualquier madre atada de por vida al cuidado de un hijo discapacitado. Se dice que Romano Guardini, moribundo, decía que en el Juicio Final aprovecharía para preguntar: ¿Por qué razón, Dios mío, el dolor de los inocentes?

Podríamos preguntar: ¿no sería mejor ninguna creación que la creación tal como está, con el dolor formando como una segunda naturaleza? ¡Cuantas personas que sufren maldicen la hora en que nacieron, empezando por el justo Job y continuando hasta nuestros días! Preferiríamos devolver la entrada en este mundo a vivir en él con este espectáculo.

Entonces mi única reflexión personal es una consecuencia de mi fe. El dolor es inexplicable para la razón y lo único que la fe enseña es impedir buscar una explicación. Tener una solución sería el gran pecado de creerse como dioses: si uno tuviera una razón osaría ser como Dios, es decir tener la clave de la creación de los seres humanos. Eso solo está en la mente divina, nunca en las criaturas. Buscar, pues, razones de la creación es pretender sustituir a Dios; es la máxima osadía del orgullo humano.

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2
Ago
2017
Se armó la de Dios es Cristo
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        No creo que los fieles de los tiempos del Concilio de Nicea supieran mucha teología pues eran la mayoría analfabetos y no podían leer las Escrituras. Por eso no entendían la sutileza de las dos naturalezas en Cristo, lo de Cristo como Hijo unigénito de Dios, lo de un Dios asumiendo naturaleza formalmente idéntica la nuestra, si existe consubstancialidad trinitaria, si los homoousianos tenían razón o no…. Total: ante la imposibilidad de tomar parte en las interminables disputas teológicas de la doctores, el pueblo sencillo lo resumió diciendo que habían armado la de Dios es Cristo,

Pienso que también los fieles de  hoy, a pesar de su excepcional preparación técnica y científica, no entienden la mayoría de las controversias entre doctores de nuestros días (el probabiliorismo, el principio de individuación, la gracia actual, la capacidad del alma separada del cuerpo, el matrimonio rato y consumado, las sutilezas del precepto del ayuno eclesiástico, diferencia entre iglesias católicas y otras iglesias cristianas, las sutilezas de la transubstanciación, capacidad intelectual de las almas separadas del cuerpo, diferencias entre el Jesús histórico y el Jesús de la fe, las clases y grupos de ángeles y menos el pecado de los ángeles) les suenan a música celestial o cuestiones bizantinas y lo expresa diciendo que para ellos también tenemos armada la de Dios es Cristo.

Y a los hechos me refiero: cuando se analizan los conocimientos que tiene el pueblo fiel de los grandes misterios de la fe todos quedan asombrados… ¿saben cuántos bautizados creen que hayamos sido creados para la eternidad?

Hago una llamada a todos porque la singularidad de las creencias dogmáticas y el derecho vigentes actualmente en la Iglesia, son tan diferentes y distanciadas por demás del derecho civil que tienen que ver y conocer en su vida ordinaria, sea lo menos distinto posible. Que la enseñanza de la fe catequética se centre en lo que es específico y central en la vida de la Iglesia y no lanzar sobre la cabeza de la gente escombros de unas tradiciones y modos de ser que ya nada tienen que ver con la cultura moderna. Que la fe también está inculturizada y no hay por qué ser respetuosos con tradiciones y formas de vida de esa fe que ya nada valen en la cultura moderna. Y el evangelio se retransmite en una longitud de honda fuera del dial de la comprensión asequible para oídos modernos.

Es lo que sucede también con institutos religiosos de vieja fundación y que tienen que ponerse al día en sus tradiciones y costumbres creados para situaciones de vida totalmente distintos de los actuales. El aggiornamento es exigencia ineludible de toda institución humana y de toda vida temporal y sometida al cambio y progreso cultural, como es la vida de la Iglesia.

Que si no el pueblo cristiano acabará diciéndonos que estamos armado la de Dios es Cristo. Distinguir la esencial de lo accidental y separar ambos campos es un modo inteligente de realizar nuestra fe y nuestra vida que son esencialmente históricas y siempre paralelas al mundo en que nos desarrollamos. Nunca he oído que el criterio de verdad teológica sea la repetición puntillosa de lo dicho por nuestros mayores, ni el criterio de verdad sea repetir mecánicamente las palabras de los antepasados como mantras repetitivos. Sepamos dar la razón de aquello que creemos y no contribuyamos a confundirlo todo como la de Dios es Cristo. Se cuenta que K. Barth preparaba la homilía leyendo la Sagrada Escritura y teniendo en la mano el periódico del día.

Porque sino estaremos poniendo piedras en el camino de la búsqueda de Dios. Hay que allanar, empedrar y asfaltar el camino que tienen que recorrer quienes buscan a Dios y no sembrarlo de tropiezos para que los sencillos no hagan traspiés en la ya penosa búsqueda de Dios. Hay que buscar al Dios eterno y Creador de toda la naturaleza y no toparse con un lenguaje y unas costumbres de otros tiempos; eso queda para los historiadores del pasado o los nostálgicos de lo periclitado.

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19
Jun
2017
Estos ateos son unos aburridos…
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     Me lo decía una persona: ‘Los ateos son unos aburridos… siempre están hablando de Dios’. Sí, los hay que abruman con tanto hablar de Dios y verborrea, nada más. No por mucho hablar se llega antes a la verdad. Lo que proponemos es buscar un sentido de la vida, practicar una vida conforme a la recta razón, pensar que hay otras criaturas de Dios como tú y que todas son merecedoras de la misma consideración, ser tolerante con todos los que no piensan como tú, no avasallar a nadie con tu prepotencia o con tu afán de protagonismo social, conservar siempre una sonrisa para todos por igual y arrimar el hombro a las empresas comunes. Todo menos dar la tabarra con un discurso monótono y monocorde sobre Dios.

Buscar a Dios es cuestión vital, no el bla, bla, bla de tantos discursos de tertulia de café. Es cosa seria pues está en juego la totalidad de la vida, la totalidad del sentido de vivir y la totalidad de nuestros quehaceres humanos.

Así son los auténticos buscadores de Dios por todo el mundo a que me refiero. No hablo para conquistar personas para una cofradía ni para fundar una nueva secta al servicio de sus propios intereses. Lo que me interesan son quienes cuestionan su rutina vital, los que rastrean a Dios en los mil quehaceres de la vida ordinaria, los que se preguntan por el sinsentido de una vida sin horizontes o los que no encuentran explicación a tantas sinrazones de la vida. Los buscadores de Dios viven una existencia trágica, no una existencia  llena de palabrería fútil y de pasatiempo y verborrea cansina. Y son tantos millones de seres…

Vivir es lo que acerca a Dios; hablar, no. ¿Qué vamos a decir a Dios que Él no sepa? Como dice un refrán, el decir y el hacer no comen en la misma mesa. Lo que a mí me preocupa es  la angustia de quienes viven sin esperanza y con total ignorancia de dónde vienen y a dónde van. Y esos los hay en todo el mundo y nunca en tan abundante número como en nuestros días. Nuestros antepasados, aunque fueran ignorantes de nuestros progresos técnicos o de lo perfilado de nuestras ciencias, tenían sin embargo conciencia de la existencia de Dios y la actitud religiosa la tenían a flor de piel. Es decir, su vida tenía sentido trascendente, ese que no existe en nuestra sociedad supratecnificada y compleja en todos los campos.

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1
Jun
2017
Perdón, no creo en misticismos panteístas ni en quietismos contemplativos
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 He leído alguna vez un tipo de literatura religiosa y mística que se extiende en describir un estado de la persona en que llega a identificarse con Dios y a hundirse en lo divino hasta el punto de no ser él mismo sino un otro divinizado, de modo que ya no son de este mundo y se transforman en seres etéreos y enfangados en lo divino y perdida su condición humana individual.

Pues yo no entiendo esas sublimidades místicas ni están a mi alcance. Para mí no hay más perfección humana que el ejercicio continuado y profundizado de las virtudes. Que dan para rato. Crecer en la justicia o en la esperanza divina es materia para muchos años, y no digamos la fortaleza de ánimo o la virtud de la fe, tan imprescindibles para vivir aquí abajo. Es una tarea que creo que da para una vida en este mundo por muy larga que exista. Y Dios nos ha hecho seres humanos precarios, dependientes y llenos de limitaciones, no ángeles impecables.

Por eso cuestiono esas experiencias pretendidamente místicas que hablan de hundirse en lo divino de manera que ya no hay que bregar por las virtudes humanas. En ello me confirmaron las siguientes palabras de Sta. Teresa de Jesús, que algo sabría de experiencias místicas, digo yo. Pues en lo sublime de la séptima morada aconseja a sus hermanas:

 “Torno a decir que para esto es menester no poner vuestro fundamento sólo en rezar y contemplar; porque si no procuráis virtudes y hay ejercicio de ellas, siempre os quedaréis enanas; y aun plega a Dios que sea sólo no crecer, porque ya sabéis que quien no crece, decrece; porque el amor tengo por imposible de estar en un ser, adonde le hay” (Moradas del castillo interior, morada 7, n. 9)

El ejercicio perseverante en las virtudes es tarea para toda la vida. No creo que haya un estado en que ya la lucha por las virtudes sea cosa superada. Ser cuidadoso con las enormes exigencias de la justicia, cumplidor de todos los detalles de la convivencia, ser tolerante con todos y vivir en paz con todos tratando de remediar sus múltiples males, eso es tarea nunca acabada. Y nada digamos del ejercicio de  la templanza que es tarea de todas las edades. Proponer, en cambio, un ideal de  desasimiento de toda laboriosidad de virtudes soñando con un estado de transformación en lo divino, no alcanzo a imaginar ese estado; dudo que eso sea verdad. Perdón, pues, por mis dudas.

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19
May
2017
Noverim me, noverim Te
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Genial y profundo S. Agustín cuando afirma que para conocer a Dios hay que empezar conociéndose a sí mismo: “Que me conozca a mí mismo y así Te conoceré: tal es mi plegaria” (Solil., l.2, c.1). Con razón afirma el filósofo J. Hessen que “S. Agustín es el más grandioso buscador de Dios del mundo antiguo”.

Buscar a Dios no es un rito vacío de la vida sino la tarea fundamental de conocerse a sí mismo, de ser consciente de la propia identidad singular y de sentirse uno distinto e irrepetible en la totalidad de los hombres, es decir, ser célula viva en la sociedad. Es el modo como nos definiríamos ante quien nos pregunta -¡y no es Hacienda, por supuesto¡- quiénes somos y de dónde venimos. La conciencia de lo singular e irrepetible es lo que nos distingue de todos los primates de los que derivamos; llegar a homo sapiens supuso la toma de conciencia de la singularidad, de la libertad personal y de la irrepetibilidad de uno mismo respecto a los demás.

No hay persona humana si no hay conciencia de la singularidad de las propias huellas digitales, de que somos algo distinto y diverso por nuestro origen y nuestro fin. Buscar a Dios en la vida no se puede encomendar a una agencia de viajes, ni a una sociedad de detectives, ni pagar a alguien que nos haga ese servicio, pues es la obra personal e intransferible de nuestra vida personal. No saber lo que es Dios para nosotros es lo mismo que no tener carnet de identidad humana o vivir sin papeles en la sociedad humana. Bucear en lo que somos ya es rastrear a Dios aun sin saberlo ni ser conscientes de lo que buscamos, pues nada de lo que hay en nosotros se comprende sin un Ser Supremo y nuestro Creador. Sin Dios no hay explicación de quiénes somos.

Posiblemente nunca ha existido una sociedad tan opaca a lo divino  y tan encerrada en lo mundano y temporal como lo son las sociedades modernas de gran desarrollo económico, técnico y científico. Por eso una sociedad superavanzada tecnológicamente es una sociedad ignorante de lo que es un ser humano al desnudo.

He aquí por qué una sociedad que facilita y promueve el acceso a todos los bienes que a generaciones anteriores eran inasequibles, ahora se ha vuelto inepta para facilitar el acceso a lo religioso y a lo ultramundano. No conocer a Dios equivale a andar perdido en la vida o sin posibilidad de identificarse ante quien nos interrogue quiénes somos.

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8
May
2017
Poner el carro delante de los bueyes
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       Existe una preocupación pastoral y de sensibilidad religiosa por efectuar el bautismo de todo ser viviente tan pronto como ha llegado a la vida. Y es correcto  y justificado. Pero lo anómalo es que frecuentemente ese interés por el bautismo no va acompañado con la conciencia de sumisión al Creador o el reconocimiento de la existencia de Dios. Y en la vida es fundamental el reconocimiento de un ser superior de quien depende totalmente la existencia y la dignidad, así como el uso de la libertad y responsabilidad.

Francisco de Vitoria tuvo que reivindicar esta primacía de lo moral respecto a cualesquiera prácticas bautismales forzadas y sin conciencia de la sumisión a Dios. Tronaba el célebre teólogo de Salamanca contra aquella soldadesca española que decía hacer la guerra contra los indios para que se bautizaran y se pudieran salvar. Bautizarse, en cambio, no es lo más importante ni lo primero para salvarse. No pongamos el carro delante de los bueyes. Todo ser humano se salva con la gracia de Dios si, al llegar al uso de razón, opta por el bien conocido, lo cual está en manos de todos, aun los más alejados del cristianismo, como eran aquellos indios ignorantes de la salvación en Cristo. Era un contrasentido hacer la guerra para obligarles a que se bautizaran. Lo de los españoles era una loca guerra santa, era como hacer trabajar y arrastrar a los bueyes pero el carro no estaba allí.

Las estadísticas asombran al decir que en la tradicionalmente católica España ya son muchísimos las personas que ni siquiera están bautizadas. Y cada vez son más los bautismos de adolescentes o adultos, incluso los hijos de padres no bautizados.

Sería desear y creo una obra digna trabajar para que todos, absolutamente todos, encuentren a Dios en sus vidas. Y eso se cumple por la rectitud de corazón, por la asunción de una vida recta y el comportamiento justo con los demás. Eso es encontrar a Dios: proponerse el bien conocido por la razón es buscar a Dios y emprender una vida recta conforme al sentido común es vivir en comunión con Dios. Y lo demás se dará por añadidura: bautismo, sacramentos, prácticas religiosas, asociaciones piadosas. Es lo que decía Francisco de Vitoria a sus correligionarios, que el camino hacia Dios estaba abierto a aquellos indios y no era necesario hacerles la guerra para así llevarlos a Dios; ni era necesaria  la existencia de cruzados emprendedores de una guerra santa para convertirlos.

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21
Abr
2017
Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos
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Se me ocurre este refrán viejo de la maragatería pero prescindiendo de lo que tiene de venganza encubierta y afán de resarcirse. Me viene a la memoria pensando que los buscadores de Dios también nos encontramos en el mismo camino, aunque las situaciones de cada uno son tan diversas como la de los peregrinos que se encuentran en el camino de Santiago y los intereses e ideología de todos nosotros sean por completo opuestas.

El otro día observé en una procesión de las Semana Santa que una mujer derramaba abundantes lágrimas contemplando la maravilla de una imagen de la Virgen profusamente adornada. Pensé: esta persona ha encontrado a Dios, pues se siente familiar de las cosas del cielo y reconoce que hay alguien a quien amar y servir no siendo de este mundo. Tengo por cierto que quien se cree lo más importante del mundo y que no necesita de nadie para cumplir su vida, no busca a Dios. ¡Cómo va buscar a Dios si él mismo se cree prepotente, perdonavidas y diosillo en su entorno!

Con esa persona que lloraba desconsolada ante la vista de una imagen de la Virgen yo me encuentro en el camino de la vida, aunque posiblemente no tengamos ninguna otra cosa común. Lo primero es que yo no soy un hincha de las procesiones. Y no porque no reconozca que son maravillas de arte y devoción popular, sino porque prefiero contemplar esas imágenes admirables en las iglesias, con tranquilidad y sosiego donde están durante todo el año. Somos muchos los que compartimos el rastreo de lo divino en este mundo aunque nuestros gustos, ideas y sentimientos ante la vida sean tan diversos como entre los arrieros maragatos y sus eventuales traficantes.

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6
Abr
2017
Buscar a Dios es tarea con cuerda para rato
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A Dios no se le busca a ritmo de urgencias o a hora fija de reloj. Dios no tiene horario fijo de trabajo. Se trata más bien de un sentido vital de largo aprendizaje, de una postura frente a todo lo que nos acontece, de una convicción de la conciencia individual cara a todo lo que nos relaciona con los demás, de una persuasión  profunda cara al incesante fluir de cosas que son la trama de la vida. En una palabra, buscar a Dios no es susceptible de un programa con fecha y hora predeterminadas,  pues no se decide en un congreso ni en una tertulia de tipo casero.

Se va formando como se forman las convicciones profundas de nuestro ser  y que son distintas en cada uno. Es el gran valor que nuestro Creador ha dejado encomendado a nuestra libertad. Es, por tanto, un compromiso para toda la vida y quehacer de toda la personalidad y no una tarea de gente mayor o un cursillo de libre inscripción.

Se dijo de alguien que se metió a monja para buscar con rapidez a Dios; algo así como si Dios estuviera escondido en las trasteras de los conventos o en las bodegas de los monasterios, jugando al escondite. Pues, no; no hay lugares seguros para encontrar a Dios.  No se trata de cambiar de vida, sino de postura ante la vida.

A Dios se le encuentra sólo en la intimidad y en la autoconciencia, en cualquier sitio o momento del a vida que nos encontremos. A veces, de sopetón y, a veces, tras recorrer situaciones insólitas de la vida; a veces, ante una desgracia familiar que nos fulmina como un rayo y, otras veces, ante un desengaño sentimental que nos deja  desilusionados. Y nunca yendo a tiro fijo o con jaculatorias “de absoluta garantía”. Y sin recetas infalibles, aunque estén firmadas por sesudos especialistas del espíritu. En la religión no hay eficacia mecánica ni leyes físicas. Que es cosa de la  gracia de Dios, hombre, a ver si te enteras.

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