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Jun2023Mirar atrás: tortícolis permanente de los nostálgicos
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Jun
Hay un recurso mental singular que es el eterno suspiro por todo lo pasado: formas, estilos de vida, proyectos y comportamientos. El pasado es modélico y hay que recuperarlo como guía seguro, sea como sea. Todo fue color de rosa y, en cambio, todo está degenerando con el tiempo.
Es una postura mental limitada y empobrecida. Cuando las cosas se alteran lo que hace falta es imaginación y encontrar nuevas soluciones. Suspirar por lo antiguo es empobrecerse y limitar los horizontes. Problemas nuevos exigen soluciones nuevas. La búsqueda de Dios no es cosa del pasado sino del momento y del futuro. A Dios no se le recuerda con nostalgia sino que se le anhela y se le busca en el futuro.
Y esto mismo sucede en lo religioso. El mandato misionero de la Iglesia solo se cumple en un mundo nuevo y alterado, guste o no guste, pero es donde hay que recoger la cosecha. No valen las soluciones dadas para otro mundo y para otras culturas. Reaccionar contra todo lo moderno impulsado por las vivencias de la religión es la actitud del indietrismo (Es el papa Francisco quien ha usado este neologismo para expresar la nostalgia del pasado). Las sugerencias del Espíritu son del presente y del futuro pero no de lo pasado pues esto no se vive en la memoria sino en el corazón, afectan a la vida y al sentimiento, no a la memoria. Por ello no es razonable poner el futuro de nuestras encuentros vitales en un pasado del que solo queda memoria y ésta no siempre segura. Por eso la búsqueda de Dios tiene siempre algo de vivencia de lo que está por llegar, no de una experiencia del pasado o un recuerdo de la memoria.
No debemos suspirar por el pasado sino ir al encuentro del Espíritu que nos salga a recibir y nos dé nuevas experiencias. Volver al pasado nos puede fijar en algo ya fosilizado mientras que si hablamos de buscar a Dios nos habla de experiencias por vivir y creadoras. El pasado ya está fijo para siempre y la búsqueda de Dios está por venir y construirse para nosotros y los que nos digan. Volver al pasado es convertirse en estatua de sal como sucedió a la esposa de Lot, mientras que la acción del Espíritu otorgándonos el encuentro sustancioso con Dios: “El Espíritu que el Padre enviará en mi nombre os lo enseñará todo” (Ju 14,26). No suspirar por lo antiguo sino abrirse a un futuro esperanzado y renovador, no soñar con glorias pasadas sino con tareas futuras. No funciona intentar responder a preguntas que el otro se plateó en el pasado pero que a nadie interesan más, mientras que surgirán nuevas preguntas que debemos abordar y las plantea nuestra cultura de hoy.