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Dic2022Un Dios que juega al escondite y se oculta en la ordinariez de nuestra vida
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Dic
No hay un sitio ni situación humana en que sea indefectible encontrar a Dios. Cada persona tiene su historia religiosa y sus encuentros con Dios: no hay recetas para el común. La autobiografía que cada ser escribe de sus encuentros con Dios es distinta, tan distinta o más como es la idiosincrasia de sus gustos y fracasos de la vida. Pero es cierto que es variadísima su historia como es diferente el elenco de sus gustos, pasiones, amistades y el conjunto de opciones e intereses morales y dando razón a todos ellos sus encuentros con Dios. Por eso no hay un manual al uso para describir las experiencias, fracasos, equivocaciones y aprendizajes de los sentimientos religiosos. Pues bien, tras ellos, está siempre Dios buscando nuestra singularidad y nuestros sentimientos personales de lo divino viéndoles y insinuándose suavemente. La experiencia religiosa no tiene nada de estereotipado, no hay una biografía religiosa para uso de todos. Dios nos conoce a cada uno en singular y su afecto por nosotros es también singular y diferente en cada de nosotros.
Esta historia diferente es tan real como es la historia de los seres humanos. Ya el profeta Isaías era consciente de ello y se sinceraba con Dios: “Verdaderamente: Tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador” (Is 45,15).
Tengamos esto en cuenta en nuestra búsqueda de Dios y no anhelemos encontrar a Dios en nuestra vida en casos extraordinarios o de casos excepcionales y no en un compromiso abierto a todo el mundo ni hay un recetario del encuentro con Dios. Para él no existe el común de los mortales o el individuo genérico sino que él nos llama a cada uno por nuestro nombre y tiene un proyecto individualizado y configurado en cada uno; hay tantas historias como seres vivientes. Para Dios no existe el individuo genérico ni el anónimo y menos el despreciable sino que él nos llama individualmente y nos traza un género de encuentro que está diversificado y es original.
La primera reflexión de este Adviento del papa Francisco ha sido durante el rezo del ángelus de la semana pasada. El pontífice presidió la oración mariana desde la ventana del Palacio Apostólico y dirigió su mensaje al inicio del nuevo año litúrgico a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. El mensaje del Papa al comienzo de este Adviento fue: “Dios se esconde en las situaciones más comunes y corrientes de nuestra vida”. Palabras acertadas y verídicas.
Ese Dios es el que queremos encontrar en este Adviento: el que se permanece escondido en cada uno de nosotros.